Cosemos de nuevo, con el hilo de la palabra, los signos de la velocidad trepidante y patológica que las nuevas tecnologías están imprimiendo al alma y al mundo y las bondades de la lentitud del ser que contempla la vida y vuelve a la raíz de las raíces.
La libertad está elegir entre esas dos velocidades, una nos lleva al abismo, la otra cose el cielo con la tierra.