“Les mostraremos nuestros signos en los horizontes y dentro de ellos mismos” Corán (XLI:53)
Un símbolo es el reflejo o sombra de una realidad superior, el cisne por ejemplo es el símbolo de un aspecto de la dignidad, que no es sino majestad en reposo y como tal imprime en el hombre un conocimiento de esa cualidad, sin palabras, directamente al corazón. Antes, para el hombre primordial todo era transparente, tanto lo interior como lo exterior, al percibir un símbolo percibía su arquetipo. Y en esa comprensión de la profundidad de los signos manifestados, de la trama invisible que cose los fenómenos a los significados espirituales vivía en una perpetua dicha de conciencia, del verdadero valor de la existencia. llena de la presencia divina.
El hombre actual, caído en el olvido de esas correspondencias sagradas tiene una lección que aprender del gran mundo exterior que le rodea, sus símbolos le ofrecen una iluminación que le servirá de guía en su camino de regreso hacia el Origen, recuperando así lo que ha perdido, su naturaleza espiritual.
En ese regreso ha de ir centrando su Inteligencia, discerniendo lo que es real e ilusorio; centrando su Memoria, recordando quien es, de dónde viene, y actualizando ese saber, sin jugar con esta facultad ni hacia el pasado ni hacia el futuro; y finalmente centrando su Voluntad, enseñándola a querer sólo lo que le acerca a su objetivo: La fuente de la verdadera felicidad, la Unión con lo Real, con lo Único que Es y que es Todo en Todos.
Pero el regreso no es sencillo pues hay un velo entre nuestra alma y el Espíritu que es el que permite leer los símbolos que jalonan el camino de regreso a casa, por eso es de vital importancia aumentar la trasparencia de ese velo escogiendo un auténtico camino. Camino que nos permitirá purificarnos de las limitaciones de nuestros hábitos y prejuicios que son barreras para una verdadera percepción, una comprensión que de alas a nuestra alma para trascender este espacio y este tiempo que nos encadenan al sufrimiento de la impermanencia de los fenómenos.
Dice Martín Lings que el Origen es lo Absoluto, lo Infinito y lo Eterno y que es desde este Origen de donde han surgido las Revelaciones, como olas de un mismo océano que fluyen como la marea hasta las orillas de nuestro mundo y que un verdadero camino es la vocación, la disciplina y la ciencia de sumergirse en el reflujo de una de estas olas y ser arrastrado con ella hasta su Fuente eterna e infinita.
Agarrémonos a una de esas cuerdas de salvamento que el Cielo arroja cada ciclo irrumpiendo lo Infinito en lo finito y confiemos en la garantía que da lo Sobrenatural, de que sus flujos y reflujos se actualizan siempre como una marea viva para aquel que busca sinceramente como regresar a Casa.