La última entrevista de Ariadna Tv, busca salir del laberinto de la crisis sistémica que asola al mundo globalizado tirando de un hilo dorado que, en esta ocasión surge del alma de la India. Esa India profunda, mística y santa que aún reverbera en nuestro imaginario como un dorado.
Álvaro Enterría, escritor y editor viajó en 1989 a ese continente en busca de su destino. Era una época donde muchos jóvenes tenían despierta la sed por una espiritualidad viva ante las carencias contemplativas de la propia tradición, que como fatalmente había vaticinado Nietzsche, acabaría “matando” a Dios, pues sin indagación en la naturaleza de lo Real, sin vía hacia el Absoluto, este mundo de relatividades, en las que se encuentra la moral de cada religión, es insuficiente para satisfacer nuestra sed de inmortalidad. “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” decía San Agustín. (Todas las citas son extraídas del libro traducido por Álvaro Enterría “El científico y el santo”. Ed Olañeta)
“India atesora más de dos mil años de indagación en la consciencia, una cadena de filósofos y yoguis han pasado sus vidas dedicados a la introspección para resolver ese misterio de la mente y la consciencia.” Dice Avinash Chandra en ese mismo libro y esa indagación, esa sabiduría, hoy más que nunca, es totalmente pertinente recuperarla.
Detrás del mal entendido politeísmo, con el que cierto colonialismo etiquetó la espiritualidad hindú está siempre el Absoluto, la Suprema Consciencia, Brahma, la Unidad, el Uno sin segundo y hacia esa sabiduría profunda, capaz de purificar un entendimiento extraviado fueron muchos los convocados.
La India misteriosa, inclasificable les esperaba a todos con esa riqueza expresiva de ese Misterio en la forma de miles de dioses que despliega, a su vez, en el plano humano, una diversidad de seres que expresa ese polo de la divinidad que es la infinitud de posibilidades. Una multiplicidad de fenómenos que se ofrendan como un tapiz multicolor, en el que cada puntada expresa el hilo de un Absoluto innombrable, intangible, pero visible en su miríada de fenómenos y que en este continente se desparramaba como un arcoíris para los ojos acostumbrados a muy pocos colores y cada vez más desleídos.
Salir de Europa era salir de la triste uniformidad que la visión occidental llevaba siglos extendiendo por todo el orbe, generando un pensamiento único desde una mal entendida igualdad que iba a igualar a todos por lo bajo. Cortándole la cabeza al Rey, simbólicamente hablando, la guillotina de la Revolución Francesa instauró un nuevo ciclo que se extendería como un virus negando una jerarquía que está presente en la naturaleza de las cosas y la dimensión espiritual, la cabeza, la Realidad con mayúsculas fue desvaneciéndose ante una mirada cada vez más materialista que era alentada por un paradigma científico que se convirtió en una religión, en la tiranía de un dogma de fe que desacralizó el mundo y lo convirtió en materia inerte que podía ser saqueada, violentada, atesorada.
Álvaro saltó a tiempo del Titanic, dejó su plaza de bibliotecario y fundó su familia en la India, cultivando a partir de ahí un alma bilingüe. Con un socio hindú creó una librería y editorial, Indica Books y se arraigó en una tierra más santa. Un territorio donde la cúpula asfixiante de la modernidad aún no había cerrado el acceso a la dimensión espiritual, que se realiza en la tierra con las bendiciones del cielo, siguiendo y realizando el Dharma, la Ley profunda inscrita en lo más nuclear del corazón, el centro del conocimiento, órgano del intelecto, ese “lugar” que decía Eckart de “la inteligencia en que lo divino toca lo humano; en el intellectus, termina el “yo” y empieza “Dios”.
India se mostraba al mundo y aún se muestra, aunque esté tocada por la globalización del pensamiento único, como una civilización tradicional, que por tanto mantenía vivo el acceso al conocimiento espiritual, más allá del conocimiento racional donde Europa, con sus nuevos sacerdotes científicos, quería que nos contentásemos como única explicación posible de la realidad. Pero más allá de la realidad aparente, visible, medible que se articula en pares de opuestos está el rayo de la certeza interior, el conocimiento no dual, sin opuestos, directo, unitivo como una posibilidad humana de realizar. Como decía Platón “Existe un ojo del alma que (…) es mucho más precioso que diez mil ojos corporales, pues sólo con él se ve la verdad.”
Después de más de tres décadas en India Álvaro podía contestar a la pregunta de fondo que subyacía a esta nueva entrevista ¿Cuál es el alma de la India? En sus propias palabras: «El corazón de la visión de la India tradicional es la unidad de todo lo existente, de todos los seres. El universo es una unidad orgánica, donde las partes solo tienen sentido como integrantes de esa totalidad. Toda la naturaleza, todas las criaturas, reflejan a la Divinidad, de la que son reflejos o manifestación, por eso todo es considerado sagrado».
Con este alma, era fácil entender que Álvaro escogiese como patria, como tierra sobre la que caminar o peregrinar la vida la India y se instalase en una de sus ciudades más santas, que se describe como una paradoja viviente en su libro Benarés la ciudad imaginaria: “Pocas ciudades hay en el mundo más paradójicas: cosmopolita y rural, dura y divertida, hermosa y repulsiva, luminosa y oscura, virtuosa y corrupta, simple y retorcida, refinada y tosca, pacífica y violenta, sucia pero pura, generosa y cruel, ascética y hedonista, religiosa y pecadora, espiritual y mórbida …
Desde Benarés a Madrid Álvaro nos trajo algo de esa alma, que ha ido impregnando su mirada, su manera de mirar a sus antiguas raíces y que ha ido plasmando en una colección de libros que desvelan ese maridaje entre dos culturas. Algunos lo ha escrito, como La India por dentro, una verdadera pequeña enciclopedia donde se exponen los fundamentos y raíces de la civilización india y el funcionamiento de la sociedad, cubriendo prácticamente todos los aspectos de la cultura de la India. “El viajero que aterriza en la India por primera vez suele recibir de entrada una impresión muy fuerte. Se verá sumergido enseguida en una desbordante exuberancia que su mente no puede abarcar: demasiadas cosas para poder analizarlas, y todo coexistiendo en medio de un aparente caos sin orden ni concierto. La riqueza del subcontinente indio desafía y excede cualquier explicación o generalización fácil. La India no se ajusta a los esquemas occidentales y escapa a cualquier clasificación. Sin embargo, la sociedad india posee una fuerte organización y una cultura muy coherente, y muchas de las acciones que resultan incomprensibles al recién llegado tienen detrás razones muy claras.” De esa organización interior Álvaro se explayó en nuestra entrevista.
Otros los ha editado. como el maravilloso poema épico el Mahabarattha en comic donde todo lo que le atañe al ser humano está descrito y que procura un acercamiento a una obra única en el mundo por su vastedad oceánica. Otros libros los ha traducido, como el magnífico El Científico y el santo, de Avinash Chandra, que fue una de las razones por las que le convocamos a Hilo de Ariadna, pues traducir ese libro es una ofrenda editorial de sabiduría al mundo. Una oportunidad de conocer los argumentos de la cosmovisión hindú, aderezados con las cosmovisiones sapienciales de todos los tiempos para frenar la increencia en lo divino, en lo santo, en la sabiduría olvidada en occidente, y que dio pie a muchas de las preguntas que le realicé y que es una obra que debería estar en todas las universidades, pues aborda magistralmente los límites de la ciencia y el testimonio de los sabios que van más allá de sus confines.
El alma de la India se fue desplegando en una entrevista sencilla y entrañable en la que contamos con la presencia de su esposa Arati, que con un hermoso sari desafiaba al frío y a la modernidad uniformante, mostrando con su sola presencia, con la belleza de su indumentaria el alma misteriosa de la india y la fuerza de una Tradición que premia la diversidad.
Y cuando se dice Tradición nos referimos a un elemento de orden suprahumano, un Principio Absoluto que algunos llaman divino, que se comunica en el origen de cada civilización para señalar al hombre la verdad. “Tradición” significa etimológicamente “transmisión”, la transmisión desde el Cielo de una visión profunda de lo que es el Hombre, cuál es su origen y cuál su destino, su función, cualidades y facultades, una visión demasiado profunda para ser encerrada en definiciones racionales y que apunta a que su existencia en la tierra tiene un sentido sagrado. Arati, con la simple belleza de su shari desafiando a Zaras y Levis Straus permitía sentir el perfume de lo que hemos perdido al igualarnos en occidente por el rasero más bajo.
Entrevistamos a Álvaro porque la India aún mantiene viva esa Tradición que supone una muralla interior que impide el paso a las pulsiones más bajas, aunque en India también esté resquebrajándose ente el arrollador paso del Atila tecnocientífico, pero mientras en otros países, el Cielo, la dimensión vertical, espiritual se ha cerrado y el plano horizontal intenta con un consumismo feroz satisfacer su ausencia en India, aunque, como decía Álvaro, todo el mundo esté entretenido en el mundo de las apariencias, todos saben que hay un cielo, un salida del laberinto existencial por arriba, lo que impide que la desacralización de la vida sea total, que la disolución que viene en forma de duda sistemática, y de un relativismo feroz, que desde el absurdo proclama de forma absoluta que el Absoluto no existe, sea contenida, por estar insertos en una estructura en la que la jerarquía del espíritu aún se respira en la ropa, en la comida, en las actitudes cotidianas, en la falta total de uniformidad, de jeans americanos, comida chatarra, mangos y zaras, en cierto sabor a extinción ante la inconmensurables verdades que señala el Sanatana dharma, la ley perenne, la religión viva más antigua del mundo.
Beatriz Calvo Villoria